martes, 3 de diciembre de 2013

El porno de los mayores

No se si ya lo he contado, creo que no, pero tengo una anormalidad en la columna que mi doctora califica dentro de la norma. Tengo la primera vértebra sacro con forma de lumbar, pero está dentro de la norma ya que muchos de vosotros también lo tendréis y no llegaréis a saberlo porque realizáis actividades que no dañan a vuestra columna. En mi caso, entrenar orcos es lo peor que puedo hacer para cuidar mis vértebras, pero de algo hay que vivir. El pasado viernes, mientras veía cómo por primera vez una peque escribía la inicial de su nombre, mi anormalidad dentro de la norma floreció en mi espalda causando rigidez y dolor y provocando que mi expresión facial se contrajera. De tal manera cambió mi rostro, que la niña al ver mi gesto de aflicción tachó con saña la perfecta letra como si hubiese reproducido la señal del anticristo. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Traumas accidentales de la educación infantil!

Pues bien, mi anormalidad ha hecho que me quede unos días en reposo en casa, descansando y viendo porno, por recomendación médica. 

Para nada he pasado horas viendo hombretones musculosos rebozándose entre sí. Ni jovencitos escurridos y papanatas rebozándose entre sí. Ni mucho menos hombretones musculosos rebozándose con jovencitos escurridos y papanatas. Ese porno es de cuando éramos jovenzuelos. Cuando aún no conocíamos bien el sexo y queríamos probar lo que se sentía con el tacto desnudo de otro ser humano, experimentar, jugar, ahí veíamos el porno que vosotros tenéis en mente. Ahora que ya lo hemos catado con distintas personas, de distintos tamaños, colores y formas, texturas y sabores, distintos lugares, temperaturas, a solas o en grupo, ese porno ya no nos llama tanto la atención. Ahora somos mayores y tenemos otro porno. Qué es el porno, sino aquello que se desea porque se conoce pero no se puede poseer aún. Aquello de lo que has oído hablar pero que por el momento está prohibido. Lo que sabes que te hará sentir bien y que quieres con todas tus fuerzas... Los programas porno de mayores son... ¡Callejeros Viajeros, Tu casa a Juicio y Dulces increíbles! !Eso es porno y lo demás son tonterías!

Playas limpias y sin gente, de aguas cristalinas (aaaaah)... Menús exóticos en abundancia... (siiii) Gente amable por las calles que te enseña el lugar de cabo a rabo... (mmmmmm) Visitas guiadas por lugares a los que no es posible acceder sin un permiso especial de la embajada... No me digáis que no es para soñar, enamorarse y excitarse... No obstante, para mí este es el porno "soft", el suave (Aunque puede que para algunos de vosotros éste sea el "hard", que ya se sabe que en esto de los gustos y el porno nada está escrito).


A mí, el porno que me pone bruto de verdad es el de Divinity. Una familia canadiense con una casa grande, quieren mudarse a otra casa gigante porque la anterior la tienen destrozada y ya no hay quien lo arregle... Y aquí entran los dos actores porno más cachondones de la historia Hilary Farr y David Visentin. Ella arquitecta e interiorista (mmmm) y él agente inmobiliario (siiii, pequeño...). Hilary les propone reformar su casa con el dinero que la familia le de y que no se vayan de ella, y David les va a buscar la casa/palacio a la que querrán mudarse ¡YA! Aquí te pones a cien. Reforman la casa, haciendo lo que pueden y la dejan preciosa, espaciosa y limpia, con un jefe de obra de cuarenta y tantos que hace mil maravillas con las vigas de madera de Canadá (y con todo lo que cae en sus manos) y que está más bueno que el pan; pero también te enseñan los interiores de unos casoplones con piscinas integradas en la casa o ríos que pasan por el jardín. ¡¡¡Pufff!!! ¡¡Y lo mejor es que al final tienen que elegir!! ¿Os imagináis el subidón que sería elegir entre tu casa reformada perfectamente o una mansión con piscina en el salón y un río en el jardín? ¡Qué gusto, por favor! ¿¡A caso esto no es porno?!

Si aún esto no os parece pornográfico tenemos La Casa de tus sueños, que es exactamente lo mismo pero con dos gemelos Jonathan y Drew, que no compiten sino que trabajan juntos para que una pareja o familia venda su casa, compre otra, que está totalmente ruinosa, al mejor precio y la reforme convirtiéndola en la casa soñada, no sólo de ellos, sino de todo el planeta (aaaaaah!). Tiran muros de pladur, eligen encimeras nuevas (oooooh), tapizan paredes y escaleras con telas y moquetas de ensueño (uuuuf), para acabar decorando la casa en tiendas estupendas con dependientas estupendas... ¡Y todo llevado por unos gemelos! (Siiiiiiiii) Quizá los gemelos no sean lo mayores sex symbols, pero cuando alguien te vende la casa al mejor precio y su hermano idéntico te reforma la nueva...Yo que quieres que te diga... Empiezan a tener su aquel...

Por último, tenemos los programas de tartas. Este es el oscuro secreto de algunos porno adictos adultos. El Fetiche. Muchos los vemos, pero pocos lo vamos a reconocer. El programa es simple, una pastelería de Baltimore hace tartas con la forma que le pidas. Que quieres un dragón... ¡Hecho! Un coche de carreras... ¡Hecho! Una tarta de boda partida por la mitad y en un lado las cosas que le gusta a él y en otro las que le gustan a ella... ¡Hecho! Este programa no es tan porno para mí como los de reformas de viviendas, es más simple babeo, gula y mono de dulce, muy bueno para ver una noche si te dan tentaciones de comer melón, porque si ves esto la fruta no te apetece para nada. De hecho es el porno de mis dientes y empastes. Al Hambre le da un poco de grima ver a los pasteleros trabajando con bases de madera, sopletes y pistolas de pintura (mmmm, me muerdo el labio), pero bueno, es lo que tiene el fetichismo, que no a todos nos gusta lo mismo, ¿no os parece?

Cuando Divinity empezó a emitir, nunca pensé que llegaría a escribir un post sobre la pornografía que emiten en horario de tarde... :P

sábado, 30 de noviembre de 2013

El corto de los Ponis

¡ Por fin! ¡Lo encontré!

Hace un tiempo escribí una entrada sobre "Mis ponis", concepto que se extraía de un corto que no había visto, pero me habían contando y que no había forma de encontrar. Pues bien... ¡LO HE ENCONTRADO!

Si lo queréis ver, aquí os lo dejo.

Por cierto... ¿Cuáles son vuestros ponys?

 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Con el chandal y las Camper...

En los tiempos que corren igual alguien que lea esto se puede ofender, pero desde un tiempo a esta parte he descubierto mi auténtica vocación. Yo quiero ser Mantenido.

Ahora mismo me estoy leyendo "Cordero" de Christopher Moore, y nuestros divinos protagonistas se cuestionan que van a ser de mayores, lo que me ha hecho recordar la época en la que yo me hacía esa misma pregunta.

Siempre tuve claro que quería dedicarme a la "doma del orco". Primero porque no me imaginaba yendo a otro sitio no que fuese un colegio a trabajar y segundo porque me encantaban esas películas de adolescentes con profes molones que enseñaban literatura con canciones, apoyaban a sus alumnos a pesar de que eran unos delincuentes roba ancianas pandilleros y conseguían sacarles del hoyo social con un par de chocolatinas,  Bob Dylan y chaquetas de cuero estupendérrimas. (Si no os ha quedado claro, me estoy refiriendo a Mentes Peligrosas con Michelle Pfeiffer). De ahí que comenzase estudiando Filología Hispánica. El problema en todo esto fue que se cruzó el Latín Vulgar e Historia de la Lengua (que es como si fuesen primas) y además a muy mala hora porque se contrapeaban lunes - miércoles, martes - jueves, ambas a las ocho de la mañana. Fue entonces cuando empecé a plantearme que igual lo que me gustaba más era la educación en sí en vez de la Lengua Española, y mucho más que las lengua muertas (Sí señora, ya lo siento, pero el Latín ha muerto). Y ahí comenzó mi periplo por la "doma del orco".

Entonces todo eran ideales, metodologías innovadoras, enseñar, trabajar, vivir solo e independiente, valerme por mí mismo, aportar mi granito de arena a la sociedad... Poco a poco, debo reconocer que, todo esto se ha ido cumpliendo. Pero lo que yo no pensaba, ni remotamente imaginaba, era todo lo que viene asociado a esto. El maldito despertador. ¿Qué me contáis? Da igual lo que te pongas de sonido, da igual lo divertido, bonito, corretón o moderno que sea... ¿Quién quiere a su despertador? Mira que ADORO a mi móvil, pero es el que me despierta y si pudiera lo estampaba contra la pared cuando empieza a sonar. Las discusiones "pedagógicas" con tu jefe/a. Que empiezan con una sonrisa, continúan con un "Pues no me parece", siguen con varios improperios y terminan con un "¡Y punto!". O Las horas extras bien remuneradas con las TAN valiosas medallitas en el pecho otros y las palmaditas en la espalda (Cómo joden esas palmaditas... y más que estas, las sonrisitas que las acompañan...). Ya he trabajado con orcos, que son muy monos y dan mucha alegría, pero... ¿y la que quitan? ¡Que eso nadie lo menciona! Una vez coordinando un campamento, les dije a mis monitores que cuanto más trabajaba con los peques, menos ganas tenía de ser padre... Me hicieron corrillo (como si hubiera vomitado sangre, en plan asco y asombro) y me dejaron de hablar el resto del campamento. Qué dramática es la gente, de verdad...
Y todo esto sin contar que no enseño literatura con canciones, no saco del hoyo a nadie con chocolatinas, no me gusta Bob Dylan y voy vestido con una sudadera naranja chillón nada estupenda, por cierto.

Así que como dice mi amiga Carry Lee, yo ya he experimentado todo esto. Ya se lo que es trabajar, aguantar a un jefe y madrugar... Ahora yo quiero ser Maruja/o. Ponerme el despertador, pero a horas razonables. Desayunar mis tostadas y mi café, e incluso quedar con mis otros amigos Marujos a desayunar y despellejar a los políticos y los famosos. Hacer la casa y que no le falte de ná, que brille como los chorros del oro. Bajar a hacer la compra, al mercao, que el Mercachuflas es muy impersonal y los que te atienden son muy desaboríos (sobre todo una mayor que hay, así mu flamenca, que me mira de soslayo y con la cara mu tiesa). Mejor a los comercios, que cuando te conocen te dan palique y te cuentan su vida, cómo van sus padres, sus maridos y esposas, sus hijos en los estudios, la reforma de la casa, sus problemas de salud o sus ciclos menstruales. Que te fían si no llevas suelto y te ponen un par de lonchas más de jamón ibérico, así por la paletilla... ¡Digo la patilla!
Subir, cocinar para que el Hambre tenga algo rico de comer al día siguiente. Hacer vida en el edificio y subir a visitar a las vecinas, para criticar a la presidenta, que además de ser una chula, creo que incita a comer melón por las noches (Y eso es algo que yo no perdono a nadie. Llamadme quisquilloso, pero...).
Quiero participar en mercadillos benéficos, acudir a exposiciones en días de diario y por la mañana, que eso tiene que ser una gozada, porque seguro que a esas horas no hay bedeles en los museos y puedes acercarte a los cuadros y hacerles fotos, sin que te llamen la atención. Organizar viajes en cualquier fecha y no precisamente en épocas de vacaciones, para que me salga más barato y aprovechar las ofertas absurdas que lanzan algunas compañías de viajes a precios de risa...

Porque señoras y señores, debido a esta crisis nos están haciendo creer que el trabajo es lo mejor que te puede pasar, dando igual los sueldos, las condiciones o las exigencias, y eso no es así. Y es que el trabajo realiza... pero no se pueden aprovechar de eso. Lo que de verdad realiza a cualquiera es poder disfrutar de su tiempo junto a la gente que quiere, y para eso, el trabajo es una herramienta, pero nada más. Trabajar para vivir, pero no vivir para trabajar. ¡Cojona!   

           

lunes, 18 de noviembre de 2013

Listografía Nº 18: Personajes oscuros de una escalera

Cuando compramos un piso o alquilamos una vivienda, nos fijamos en el precio, preguntamos sobre cuanto se paga de comunidad, si está pasada la ITE, si el sol es de mañana o de tarde, si nos pondrían el horno aquí o allí... Pero a alguien se le ha ocurrido pregunta, ¿cómo son los vecinos? ¿Están todos en su sano juicio? ¿Han pasado un examen psicológico recientemente? ¿Tienen o han tenido problemas con la ley? ¿Hay alguno con licencia de armas?

Nadie lo pregunta porque las inmobiliarias o los particulares que venden o alquilan quieren que te quedes la vivienda, y saben, ya te digo que si lo saben, que si te cuentan los oscuros personajes que residen en el edificio, los mostrencos con los que te vas a cruzar en el ascensor o en el descansillo, igual salías corriendo para vivir sólo en el bosque, que al fin y al cabo los bichitos son bichitos porque no les queda otra... Que los bichejos, sin embargo, son deleznables porque les encanta... 

¿Cuándo descubres la verdadera cara de los moradores de las cuevas? En las...  Reuniones de Vecinos (ruido de relámpagos, relinchar de caballos y graznar de cuervos). Fíjate que es algo que me disloca, porque se supone que en estas reuniones la gente, por llamarlo de alguna manera, debería intentar simpatizar, llegar a acuerdos, para que, como caigo bien y soy un amor, consiga un poco lo que quiera y el vecino también... Pues no, aquí lo que funciona es la ley del animal más fuerte. Si tú me enseñas los dientes yo te muerdo una pierna. Pues tú me aplastas la cabeza con la rodilla, yo cojo una silla y te la lanzo a la cabeza,  para que tú, con los ojos como Marty Feldman, cojas un menhir y me aplastes. Y así, suma y sigue.

Tras esta introducción, en la que como veis me estoy quedando bastante a gusto, pasemos a enumerar algunos de los personajillos que pueblan nuestras escaleras, ascensores, portales y puertas colindantes.

El Mal: Señores, el mal nos lo han vendido como un ser único que acecha, pero no es verdad. El mal tiene muchos cuerpos y muchas formas, y por comunidad hay una de estas encarnaciones de la que emana todo lo malo. Cualquier perturbación que pueda surgir en la convivencia de los vecinos, nos llega por este ser. ¿Por qué? Porque disfruta viéndonos pelear, se alimenta de ello. Le excita que le insulten e insultar, haciendo que todos se sientan pequeñitos, porque una vez, la única que lo has hecho, sacudiste el mantel por la ventana. Se deleita con el sonido de su voz en las discusiones porque el color crema no es todo lo crema  que debería, ya que es interiorista y sabe perfectamente cual es el color crema, y él/ella lo quiere crema y no esa, cito textualmente, "mierrrrrda de amarillo". ¿Qué podemos hacer? Cruzar los dedos (para no partirles la cara) e intentar hacerles el menor caso posible, ya que cuanta menos atención más pequeñitos/as se hacen y puede que un día desaparezcan... Para ser reemplazados por un nuevo Mal con energías renovadas. Vamos que de este espécimen no te puedes librar NUN - CA.

La Loca de los Gatos (La LG): Por norma general es una señora mayor, aunque podemos encontrarnos con su versión masculina, el Viejo de los Periódicos, o en su forma joven el/la Soltero/a de los Perros. Nos centraremos en la LG., pudiendo cada uno realizar similitudes con VP. o SP. Esta señora no se pierde una y siempre que se lo permitan irá acompañada de al menos una de sus mascotas. No importa lo que se esté discutiendo, pues lo único que busca es un resquicio para hablar de su hobby y de lo mucho que le han ayudado porque se encuentra muy sola. Problemas con el ascensor: "Hay no se, yo lo que diga el Mal, que sabe mucho, y con tal de no pelearnos... Por cierto, el otro mi Pelusa..." Problema de plagas: "Hay no se, yo lo que diga el Mal, que sabe mucho, y con tal de no discutir... Y hablando de plagas, ayer Misifú mató una cucaracha y se la comió..." (Qué asco señora, eso no lo vaya contando por ahí, que cuando veamos al gato vomitamos). Las personas que viven debajo suelen estar siempre en un brete, ya que oyen golpes y movimientos extraños y no saben si es la mujer que se ha caído redonda o los gatos que saltan desde el sofá jugando con sus pelotitas de lana o los gatos que saltan desde el sofá para jugar y comerse a la mujer que se ha caído redonda.

El vecino que habla solo (El VHS): Depende de cómo te pille, este vecino puede parecerte entrañable o puede provocar que te quedes en los buzones fingiendo coger y leer la propaganda del Lidl para no subir con él en el ascensor. El VHS lo que hace es contar sus"cosas". Da igual si escuchas, él las cuenta. Y digo "cosas" porque a ti ni te van ni te vienen y el hombre (o mujer porque se da en los dos géneros por igual) prácticamente no para de hablar más que para coger aire. En ocasiones, como por norma desconectas cuando está con su retahíla, el VHS lanza alguna pregunta del tipo: "¿O no?" Pregunta muy mal intencionada, porque si te te pregunta "¿Verdad?", tú solo tienes que responder: Verdad, verdad. Pero con ¿O no?, ¡¡lo que quiere es ir a pillar!!  Suerte, que esta especie vecinal, ya hemos dicho que no escucha lo que se les contesta, por lo que cualquier respuesta (incluso gesto) puede valer para que siga con sus "cosas".

Matusalén: En este caso el ente es mujer, con un marido pelele. Debido tooooodos los años vividos llenos de experiencias y emociones, ella sabe más y su marido también, ella tiene más y su marido también, ella es lo más y su marido también, ella... está podrida por dentro y su marido se arrancó los tímpanos para no tener que escucharla más. De hecho se hace el vegetal cuando está juntos, pero cuando te pilla solo en el ascensor te ofrece dinero para que asesines a su esposa. Con su supina sabiduría, Matusalén hace aseveraciones del tipo: "Yo se cómo te han hecho la reforma y la reforma no está bien hecha" (también sabe de arquitectura, porque ella diseñó los planos de las pirámides); "Las pájaros se cagan y no se van, pero yo se cómo iban a irse los pájaros"(ella fue la que introdujo las palomas en entornos urbanos por primera vez); "Es que la luz de la escalera, es para iluminar la escalera" (Eeeeh... ¿Hola?) Y lo peor de todo es que el resto de vecinos asienten como dándole importancia... ¡No! ¡Mal! Lo que acaba de decir está vacío, ¿¡es que NADIE le va a decir nada!? 

El Friki que tiene un Blog para soltar Improperios (El FBI): Pues sí, también suele haber una mosquita muerta que en todas estas reuniones sólo mira y toma nota, para luego poder exponer a los monstruos de sus vecinos y que aquellos que leen sus posts identifiquen rápidamente a los de su especie. Parece de lo más normalito, pero en realidad es un raro, tiene un montón de muñecos guardados en un cajón y les hace fotos, almacena películas y más películas a cual más rara, y tiene unas manías horribles con el melón a ciertas horas, por lo que si le reconocéis andaos con cuidado, porque igual un día os delata... ¡¡Bichos!! (Que anda que no os gusta un despelleje... ).



lunes, 11 de noviembre de 2013

El guerrero que lucha por el amor y la justicia (1ª parte)

Como decíamos ayer...
El otro día curioseando y navegando por mi querido cacharrito, que ya ha aprobado sus exámenes y ahora es un 5 Super en lugar de un 4 pelao y mondao, encontré las fotos de un instagramer oriental en las que la modelo no era otra que Buny Tsukino, la Guerrero Luna. ¿¿Cómo?? ¿¿Qué no sabéis quien es?? Pues prepararse que allá que voy.

La guerrero Luna es... Lo contrario a un héroe. Es una niña envidiosa, caprichosa, chillona, llorona, adolescente de catorce años, dormilona y perezosa, glotona, enamoradiza... ¿He dicho ya chillona y llorona? La verdad, es que todo esto que os digo parece algo malo, pero no es así. Nos venden que los superhéroes deben ser ejemplos, en la mayoría de casos, o nos dibujan adolescentes predestinados con un espíritu entregado al bien mayor desde los doce años, pero todos y todas hemos pasado por la edad del pavo, y digamos la verdad, ¡es muy jodida! Por lo tanto, Guerrero Luna comienza siendo una niñata más llegando tarde a clase, cuando se cruza con unos niños que le están haciendo perrerías a un gato ( y ya sabéis que perrerías es lo peor que le puedes hacer a un gato...). Buny (que es el nombre de nuestra protagonista en la versión española) ayuda al animalito salvándola de los bestias y entonces lleva a cabo el gesto que cambiará el curso de su vida para siempre. Podría no haberlo hecho, haber regañado a los niños y dejar tal cual a la gata; podría haber espantado a la gata y torturar ella a los chavales; o incluso haber espantado a los chavales y haber cocinado a la gata (que ya os digo que la adolescencia es muy mala). Pero no, Buny salva a la gata y le quita una tirita que el animal tiene en la frente, dejando al aire una marca en forma de luna.

Gracias a esto la gata recobra la capacidad de hablar, lo que "obviamente" asusta inicialmente a nuestra protagonista, y le cuenta que está buscando a una princesa y a sus guerreros (que serán todos chicas, por lo que no se por qué no lo llaman guerreras...) y que ella es la primera, la Guerrero Luna. Le regala una polvera monísima, dorada y con muchas piedrecitas de colores, todo muy japo, que le permite transformarse en la heroína tras decir unas palabras. Viendo el cariz que está tomando todo esto, pensaréis que las palabras serán: "Allá vamos, guerrero"; "Por el honor de la princesa"; "Poder de los astros"; "Por el poder de Gresiskool"... Pues no, las palabras son: "¡Prístina Luna, dame el poder!" Eeeeeh... ¿En serio? ¿Niñata de catorce años, que se pasa el día comiendo y babeando por el dependiente de unos recreativos, diciendo "prístina"? Pues sí, amiguitos y amiguitas, y es en este instante cuando comienza la transformación. Una animación de tres minutos en la que, con su respectiva melodía, la joven se va convirtiendo en la gran súper heroína, que viste como un marinerito, con una falda muy, muy corta, con dos coletazas muy, muy largas.


Hasta entonces la vida en Tokio había sido feliz, apacible y tranquila... Pero, ¡Ooooooh!, queridos habitantes de Tokio, Buny le ha quitado la tirita a la gata, vuestras vidas no volverán a ser las mismas. Innumerables demonios van a acechar vuestras calles, poseer vuestros cuerpos, perseguir a vuestros hijos e intentar absorber vuestra energía, porque la chillona de las coletas con déficit de atención, no fue capaz de seguir corriendo hacia el instituto. Mala suerte...

Pues bien, una vez que ocurre esto, todos los episodios son iguales. Un villano quiere la energía de los humanos, manda un demonio para que se la extraiga o libera un demonio encarcelado o posee a un humano para hacerlo, Guerrero Luna descubre sus planes, se transforma (Prístina Luna, dame el poder), lo liquida y vuelve a casa o se va a llorar porque tiene hambre o se va a los recreativos a babear por el camarero...

Como nos anuncia la gata en el primer episodio, la Guerrero tiene que buscar  a más guerreros, que van apareciendo a lo largo de la serie, y así conoceremos a la Guerrero Mercurio, la empollona del insti, Guerrero Marte, la malas pulgas, Guerrero Jupiter, la paleta, y Guerrero Venus, la ligerita. Todas ellas tienen su propia secuencia de transformación similar a la de la protagonista que en ocasiones se combinan en plan video musical. Ni que decir tiene que en todos los episodios varias de ellas se transforman con su coreografía correspondiente. Pensaréis que es un coñazo, pero de verdad, las transformaciones son lo mejor de la serie.

En principio, esta es la base de Sailor Moon (Guerrero Luna). Creo que en post posteriores seguiré contandoos cosas sobre esta singular chiquilla, ya que hemos comenzado a verla de nuevo y aún vamos por la mitad de la primera temporada, que se compone de 46 episodios. Según vaya avanzando os iré contando más. Ahora, aviso que esto me va a dar para mucho porque en total son cuatro temporadas (200 episodios...) ¡Que Alanis os pille confesaos!

No obstante, os puedo asegurar que por muy niñata que sea, Buny nunca comería melón por la noche... Eso es un punto a su favor, ¿no os parece?


martes, 30 de octubre de 2012

Princesas de Barrio: La Yoli

¿Que si conozco a la Yoli? Mira mejor ni la nombres, porque la tengo atravesá. Éramos íntimas de canis. Desde los parvulitos hemos estao juntas. La primaria, la secundaria y el PCPI de estética, y siempre como uña y carne. Ahora, se cruzó el Richi en nuestras vidas y la piva cambió radical.

Ni me contestaba a los mensajes, ni me devolvía las perdidas... To´l día colgá del Richi. ¡La mierrrda el Richi! Si es un porrero flipao, que va to´l día puesto de tó. Droga que le ofrecen, pedo que se pilla. Es que no le hace ascos a ná. Si un día no tiene pasta, se bebe los charcos, el jodío. Y no se pierde un sarao. To a costa de la Yoli claro, aunque con su sueldo de cajera, yo no se...

Además la mema cambió mogollón. La gente que tenemos en común no me cuenta na bueno de ella. Pues no va la muy guarra un día, y se mea encima. Como te lo estoy contando. La Vane, que es muy amiga mía y la conoce, estaba un día en la Fabrik, y la vio. Se acercó a saludarla y la Yoli estaba tan puesta que casi ni la reconoce. Se ponen a bailar, a darlo todo, pim pan, pim pan, y va la cerda y le suelta:

- Joder tronca, me estoy meando a chorros, pero por no aguantar la cola de farloperas del baño, creo que me lo voy a hacer encima...

Y la tía va y se mea. Y ni se inmuta, que sigue bailando como si tal cosa, ahí encima de su charquito, la cerda. La Vane dice que salió por patas, porque la dio un asco que casi la pota encima. Aunque vete tú a saber, porque yo a la Vane la quiero mucho, pero también es una peliculera que te cagas.

Que si conozco a la Yoli... ¡Ya te digo! En Aluche la llaman Imán de broncas, que según entra en un garito, empieza a buscar carnaza a ver con quien puede tontear, pa que la pille el Richi y se líe gorda. Claro que a veces a la que se la pueden liar es a ella. Una vez, me contó la Devo, mi vecina de arriba, que también venía con nosotras de cani, que empezó a rebozarse en Kapital con un maromo tocho, así tipo armario de dos puertas, de esos con la cara cuadrá y la mandíbula pa fuera, con una pinta de empotrar que te cagas... Con tan mala suerte que tenía novia y la piba estaba casi más tocha que el tío. Unos brazacos como mis piernas, casi no tenía ni tetas que era to músculo la monstrenca. ¡Buá! Ahí le faltaron pies pa correr, ni Richi, ni leches. Salió escopetá, que yo creo que esa vez sí que debió mearse encima. ¡Qué risa chaval, cuando me lo contaban!

Además de siempre ha sido mu escandalosa, siempre hablando a gritos, que parece que to´l mundo se tiene que enterar de sus conversaciones. Y to´l el día hablando de sexo, y de cómo la tiene este, de lo que me hace aquel, que si me voy a tirar a tu primo que está mu bueno... ¡Qué basta la tía! La verdad es que era divertido ver cómo nos miraban las marujas que iban a la compra, to escandalizás las viejas. Y la Yoli las montaba un pollo por cotillas, que yo me partía la caja...

Mira, pa que veas que yo soy de ley, y que la conozco a fondo, te voy a decir que la Yoli era una máquina haciendo ganchillo. Le enseñó su abuela de pequeña y tenía unas manos que te hacía lo que quisieras en ganchillo. Se cogía las agujas, se ponía, pim, pim, pim y en un plis plas lo tenía. Unos patucos, un tapete, una mantelería,  un bikini, una funda para el papel higiénico, lo que la pidieras. Qué máquina qu'era con las agujitas la tía...

Bueno y hacía unos collages para forrar carpetas, que te cagas. Se ponía a recortar revistas, la Bravo, la Loka y toas estas, y en un pliqui te hacía una composición con tos los tíos buenos que quisieras. Madre mía chaval, la de carpetas que tendré yo por ahí forrás por la Yoli. Sí, sí, no me mires así, que es un recuerdo bonito, que aunque ahora no nos hablemos yo no voy a tirar nuestras cosas a la basura, que tú sabes que yo soy Cancer y soy mu sentimental... Y si no hubiera sido por el Richi... Si no se nos hubiera cruzao...

Mira, te voy a decir una cosa, que si lo cuentas por ahí te crujo y diré que no lo he dicho... La verdad es que en el fondo, echo de menos a la Yoli.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Un hombre con un paraguas...


Un hombre con un paraguas espera inmóvil bajo la lluvia. La gente que pasa no le presta atención, sumidos en sus pensamientos lejanos, sus planes de aventura o sus recetas para el día a día. El resto de paraguas abiertos ayudan a no mirar lo que ocurre al rededor, sumado a que cuando llueve, las ciudades se aceleran. Tanto se aceleran, que la gente corre mucho, resbala y cae. Las carreteras se atascan, los metros se paran y hasta en ocasiones se va la luz. Sin embargo hoy, un hombre con un paraguas espera inmóvil bajo la lluvia.

¿Qué le ocurre? ¿A quién aguarda? ¿Acaso inventa lo que alguien con un paraguas piensa? 

Quizá recuerde su tierna infancia. Aquellos padres encantadores que se desvivieron para darle una vida alegre, lo mejor en cada momento y agradables recuerdos de niño. Sus desvergonzados hermanos que tanto le espabilaron con cuentos, historias de miedo, aventuras de pueblo o aguadillas de piscina. Sus abuelos y las cosquillas, sus tíos y las excursiones, sus primos y el secreto de quién son los Reyes o los hamsters rubios que sin querer un día se aplastaron en un libro. Quizá esto último es lo que ahora le hace esbozar una sonrisa.

Puede que espere a quien tanto quiere. Esa persona que un día de lluvia, hace ya mucho tiempo, se fijó en él a través de los paraguas abiertos y las prisas húmedas de la ciudad. Ese ser que con paciencia y sonrisas se abrió paso entre sus capas invisibles, las que un día tejió para defenderse de los desconocidos y no mojarse. Tal vez espera a quien ama sobre todas las cosas, el que cada batalla afronta con una sonrisa, la que abraza las alegrías para que no se vayan y duren más, quien llegó por sorpresa y sin desearlo, para con el tiempo ser la piedra angular de su vida. Será por eso que coge aire y respira hondo, para después mirar su reloj.

Desvía la mirada y observa el cielo. Sus ojos buscan entre las nubes, como el anciano busca entre los trastos ancestrales de su viejo baúl. Piensa en lo que pudo y no fue, lo que dejó atrás y no hizo, el tren que vio pasar, el beso que no dio, la palabra que no dijo, la flecha que no lanzó y que ya, por suerte o por desgracia, no volverá atrás. Cómo habría cambiado su vida... Cómo habrían cambiado las de los demás... De no haber sido así no sería este hombre con un paraguas inmóvil bajo la lluvia. De nuevo sonríe, pero esta vez sus ojos se empañan. 

Entonces mira el paraguas. Tranquilo. Sereno. La mano que descansaba en el bolsillo se pone en marcha, y entre ella y su hermana lo cierran. Justo en el momento en que la lluvia comienza a caer sobre él, sus ojos quiebran y las lágrimas se derraman por sus carrillos. Pero nadie lo ve, ahora es la aguacero el que le tapa. Rompe su estado de quietud y comienza a caminar calle abajo, dejando que el agua de la tormenta lo empape, permitiéndose que la tormenta de su interior lo inunde, porque en medio de la ciudad nadie le ve, pues se refugia en la multitud de paraguas abiertos y de gente que corre, resbala y cae.