Llega el periodo trimestral que todo domador de orcos teme: las Evaluaciones o Revisión del trabajo para ver si el cambio a ser humano está siendo efectivo. Quizá en el caso de los Catedráticos de universidad la evaluación sea tan sencilla como el simple hecho de lanzar los exámenes al aire y aprobar a quien tengan las suerte de caer en la mesa ( si alguno está leyendo esto se sentirá muy ofendido, pero todos en la facultad hemos oído sobre vuestras prácticas de evaluación... ¡Y las hemos sufrido! Así que nada de hacerse las víctimas ahora); quizá algunos domadores sigan los pasos pautados por un libro y a la hora de valorar los avances simplemente pongan una cruz más arriba o más abajo ( en mi edificio vive un compañero de profesión, supuestamente de la misma etapa que yo, y cada día le veo volver con maletín y pantalones de pinzas... ¿Entendéis por donde voy?); pero por desgracia, mi proceso de revisión es algo más complejo, siguiendo unos pasos bien marcados.
Paso Nº 1 - ¿Qué hemos estado haciendo?
Sí es verdad, en mi trabajo utilizamos la plastelina (o plastilina), las tijeras, el pegamento, los lápices, las ceras, los pinceles, muñecos, cuentos, papeles de colores... Pero no por ello significa que no hagamos nada. Algo habrá que agitar delante de los orquitos para que te miren, ¿no? Todos estos materiales son como la zanahoria que se pone frente al burrito para que camine (esta metáfora no es casual - guiño, guiño-). Para demostrárselo a los progenitores, hacemos una selección de los rigurosos, metódicos y precisos objetivos que nos marcamos con los monstruitos, y los evaluamos en función de los avances de cada pequeña criatura.
Ni que decir tiene, que para que estos objetivos sean creíbles, asumidos y aceptados por los padres deben ser a cual más incomprensible. De no ser así, nos refutarían todos y cada uno de ellos pues, por la naturaleza de nuestra profesión, el mundo entero se ve capacitado para opinar y deslumbrar a los profesionales de este campo con su amplia experiencia. ¿Quién se atrevería a decirle a un cirujano en plena operación si tiene o no que extirpar ese miembro? ¿Quién interrumpiría a un abogado en mitad de un proceso largo y costoso que podría hacernos millonarios o hundirnos en la pobreza? ¿Quién corregiría a un farmacéutico la fórmula necesaria para procesar un medicamento casi milagroso? Sin embargo, todos sabemos enseñar a leer a nuestros orcos adorados y tenemos el derecho y la obligación de hacérselo saber a su entrenador... ¡Claro que sí! Por eso, para frenar las ligeras opiniones acerca de nuestro trabajo, enrevesamos los informes, para que esos padres valoren y midan si realmente saben tanto como creen y nos lo demuestren... ¡Si pueden!
Paso Nº2 - Pero, ¿de verdad habéis estado haciendo algo?
Los dirigentes de los estados tampoco se fían mucho de lo que los domadores puedan o no trabajar con las criaturitas, por lo que mandan a su policía institucional o lo que ellos llaman Inspectores de Educación. Como no pueden estar todo el día sobre nosotros porque sería cansadísimo para ellos y para nosotros, lo que estos agentes nos exigen son las memorias de lo trabajado en los distintos trimestres. En el caso de aquellos que siguen lo pautado por un libro, lo tiene fácil, presenta el libro, presenta las actividades que éste propone pero ya realizadas por los enanos, y trabajo resuelto.
En el caso de nuestro centro de doma y crecimiento, tenemos que elaborar una memoria de las actividades que nos hemos ido inventado con los pequeñajos, ya que no tenemos un libro que seguir. Si eres metódico y riguroso, cada día puedes ir apuntando estas actividades, incluso describiéndolas en un documento de word, para que cuando llegue el momento sólo sea añadir fotitos y dibujitos (conozco casos que actúan así...) ¿Creéis que este es mi caso? Yo soy más de los que ejercitan la memoria y de los que tienen que ir consultando fuentes, investigando todo lo que hicimos hace dos o tres meses, contrastando opiniones... ¡Mucho más enriquecedor! ¡Dónde va a parar!
Además, para que estos inspectores tampoco ahonden mucho ni se pongan muy farrucos, volvemos a introducir los objetivos anteriores, igualmente elaborados y farragosos. Vaya a ser, que lo vean sencillito y quieran andar tocando las narices.
Debo decir, en favor de los inspectores, que nos dejan bastante manga hancha y no se meten mucho en nuestro día a día, salvo cosas muy puntuales, y eso es de agradecer.
Paso Nº3 - ¡Mira que sí, que en serio que he hecho muchas cosas!
Tanto nos cuestionan nuestro trabajo, que al final comenzamos a dudar incluso entre nosotros mismos, por lo que hacemos Reuniones de Lamento o Reuniones de Evaluación. En ellas presentamos a nuestros compañeros y compañeras, así como a los dirigentes del centro, los avances y progresos de los orquitos, pero también nos descargamos y compartimos nuestras dificultades, necesidades y ausencias. Por norma general, tus compis se identifican contigo, te escuchan, te comprenden y te apoyan, a diferencia de los directivos que al no conocer prácticamente a los renacuajos, suelen permanecer ausentes, con la mirada perdida, conectando tan solo de vez en cuando en los momentos en que hablamos de todo aquello que necesitaríamos para que nuestro trabajo mejorase, instante en el que sonríen, hacen como que escriben algo en sus libretas o móviles e intentan darnos alguna respuesta que nos alivie. Es aquí cuando la tortilla se da la vuelta y nos responden con instituciones que no conocemos, términos económicos que se nos escapan y situaciones laborales que no llegamos a comprender, consiguiendo así que nadie hable ni replique pero asienta torpemente cual vaca que pasta feliz en su verde pradera del norte.
Todo este proceso de tres pasos (bastante resumindo, que tampoco es plan de aburrir), se prolonga a lo largo de tres o cuatros semanas... En mi caso, tras acabar con las mismas, me marcho a una granja tres días con los pequeñajos... Os aviso desde ya, que igual una noche de estas... ¡me harto de comer melón y me olvido de todo!