El fin de semana, quedé a comer con Beqad, Amanita Phaloide, y por supuesto, el Sr. Rilova. La comida deliciosa, todo a cargo del Chef Rilova, pero una vez terminada y tras comenzar a servir los G&T... Nos encontramos encerrados en una horrible mansión en una colina, en un largo pasillo, como de tres habitaciones, con puertas a los lados y con unas escaleras al fondo que subían a una planta superior.
¡¡Pero esto no es lo mejor de todo!! Al mirar a mi lado, Amanita vestía un traje de niña con un lazo enorme de color azul a la espalda, en una mano llevaba un oso de peluche y en la otra unos globos de cumpleaños, y su pelo ahora era una larga melena con tirabuzones rubios, y en lo alto... ¡¡Nooo!! ¡¡Un sombrerito a modo de tocado!!
La cosa no acaba aquí, pues a su lado Beqad vestía un sobrio traje de cura, su cara se había envejecido, había perdido pelo y lucía unas finas gafas redondas, tipo John Lennon. ¡Pobrecita! Lo del pelo, vaya que vaya, pero lo de las gafas... A mí me parece una putada.
Al contrario, Rilova había crecido un par de palmos, ahora su pelo era rubio y... ¡¡Estaba tremendo!! ¡Qué músculos, qué piernacas, qué mandíbula marcadísima! ¡Estaba ternesco!
- ¡Que no me entere guapa, que ese culito pasa hambre! - Me dijo. Claro, tras aquella extraña transformación había perdido algo de cerebro... ¿Guapa, yo? Me empecé a partir de risa ante aquella situación. ¡Menuda pinta que tenían todos!!
- ¿Pero tú te has visto? - Me dijo Amanita.
Me giré y me miré en un espejo... ¡¡Aaaaaaaahh!! ¡¡Era una hippy!! Con el pelo largo, una cinta setentera, tipo Jane Fonda, un chaleco, una camisa suelta, una falda larguísima, sin braguitas y... ¡¡No, no puede ser!! ¡¡Unas sandalias y una tobillera de cascabeles!! ¡¡Qué hortera!! Y lo peor de todo era, que no había perdido mi figura, así que era una travesti carterista en Woodstock, con mis partes colgando. ¡Qué incómodo, por favor!
- Voy a mirar al piso de arriba, aquí no me quedo - dijo Amanita. Salió corriendo, subió las escaleras y se la oyó gritar -. ¡¡Chicos, debe ser una mansión de unos ricos, porque aquí hay un colgante con un pedrusco considerable!! ¡¡Así que buscad por las habitaciones a ver que nos podemos llevar!! ¡¡De esta nos sacamos una pasta!!
- Yo voy por aquí - dijo Be, yéndose hacia la izquierda. La escuchamos abrir un par de puertas y enseguida unos golpes y un grito largo-. ¡¡Mierrrda!! Me he caído... ¡¡Sobre unas escaleras!! ¡¡Ay!! ¡¡Me he clavado los peldaños en los riñones!! ¡¡Primero lo del cura y ahora esto!! ¿¡Se puede tener peor suerte!? (... Silencio por parte de todos...) ¡¿Es que nadie va a venir a ayudarme?!
Javier se metió por la puerta de la derecha, imagino que para ayudarla, y ya no oí nada más. Así que me fui hacia otra de las puertas de la izquierda.
Tras la puerta una habitación quemada, todo hecho un asco, lleno de ceniza y hollín. Y como el que no quiere la cosa, un anillo resplandeciente e impoluto sobre una silla carbonizada. ¡Qué cosa más rara!
Seguimos avanzando y llego a una cocina donde me voy a encontrar uno de los platos fuertes de la noche: una rata muerta más grande que un gato. ¡¡Qué ascazo, por favor!! Claro que junto a ella hay un tablero de güija... Sin dudarlo, me acerco a cogerlo, que con lo rara que está resultando la tarde seguro que la rata huele flores.
En ese preciso instante, una niebla comienza a subir entre los tablones, y empieza a subir un biruji desde el suelo. Y yo con sandalias y falda... ¡¡Y sin braguitas!! ¡Ala, todo bien ventilado! ¡Sin miedo al resfriado, claro que sí!!
En eso que se oye una voz cavernosa que dice algo, pero para ser sinceros no la entendí muy bien. Debía ser fallo de la megafonía de la casa, que junto a la humedad y el frío, no favorecía nada la acústica. En ese instante, sentí un vahído y al volver en mí, estaba en unas escaleras que iban hacia abajo, con un agujero en una de las paredes. Me miro el cuerpo y... ¡¡Ahora soy el cura!! ¡Qué putada! ¡Menuda alopecia! Bueno, por lo menos con el frío que ha empezado a hacer, ya no se me congelan los bajos.
- ¡¿Hay alguien ahí?! - grito.
- Sí aquí, en la siguiente habitación -. Es Sr Rilova.
- ¿Tú no habías ido a ayudar a Be cuando se cayó?
- ¡Qué va! He pasado por su lado, pero no la he hecho ni caso... ¡Y eso que me suplicaba ayuda! De hecho, creo que por esquivarla, he pisado mal y le he espachurrado la mano - No puedo con este chico, que afán de competitividad -. ¿Has oído lo que ha dicho la voz?
- No, es que no lo entendía muy bien.
- ¡¡Yo sí!!- grita Amanita desde lo alto.
- ¡¡Pues entonces baja aquí, y empieza a invocar al fantasma, mientras yo busco la Cripta por el sótano y Sr Ombligo el cementerio por la planta baja!!
¿Qué? ¡Esta gente está loca! ¿Invocar un fantasma? ¿Buscar un cementerio? ¡¿Y una cripta?! ¡¡¿¿EN UNA CASA??!!
Amanita pasa junto a mí y se dirige hacia abajo por las escaleras, y cuando lo hace me hace un gesto, como de: "¡Pero vamos! ¡Que no tenemos todo el día!"
Les hago caso, porque... ¿Qué hago aquí parado si no? Vuelvo al descansillo, entro por una puerta y encuentro un salón de baile, con otra rata muerta. ¡Lo mismo es con lo que decoraban esta gente las habitaciones! Sigo para alante y entro en una habitación con una piel de oso tendida en el suelo. "¡Venga! ¡Arriba el mal gusto!" pero a pesar de todo, en esta habitación, hay algo que me hace sentir bien. Tengo la sensación de que si tuviese que pelearme aquí con alguien, a vida o muerte, tendría cierta ventaja... ¿Y por qué me iba yo a pelear aquí con alguien, a vida o muerte? ¡Alanis mía, esta alucinación se está apoderando de mí!
Sigo para alante y llego a un jardín. ¿Un jardín? ¿Aquí en medio? El arquitecto que hizo esto sí que tiene mérito y no Ricardo Bofill. Del suelo empieza a salir sangre y el rocío de las flores es rojo. Sí amiguitos, en este punto de la historio el asco se adueña de mí y vomito. De hecho, vomito en plan aspersor, como si fuese mi mejor defensa. Y efectivamente lo es, pues el asqueroso líquido tapa la sangre, que puestos a cosas asquerosas, prefiero las mías.
Sigo para alante, con el estómago un poco revuelto. Un habitación normalita, esta vez nada muerto. Un Pasillo bastante estrecho y... ¡¡No me lo podía creer!! ¡¡El cementerio!! ¡¡No cabía en mí de gozo!!
De pronto una voz: "Enterraaaadme... Por favoooor... Enterraaaadme..." Vuelvo para atrás para decirles a mis compañeros donde está el cementerio y veo cómo Amanita viene corriendo hacia mí, ¡¡con un cadaver a la espalda!! Visto esto, creo que lo he visto todo.
- Toma. Llévalo tú un rato.
¡¡Porrrfavorrr!! ¡Qué asco me está dando todo esto! ¡Lo que pesaba, lo mal que olía y lo que se parecía a la directora de mi centro! ¡Qué grima! Esto es lo que le pasa a la gente que come melón por la noche, seguro.
A lo lejos, oigo golpes, como si se estuviese peleando alguien, y oigo a Be:
- ¡¡Pero cómo os estoy odiando!! ¡¡Cómo podéis tener tanta suerte!!
Prefiero no preguntar, echo a correr con Amanita, para quitarme el muerto de encima (en este caso literalmente) cuanto antes. Por fin llegamos al cementerio y ante nostros encontramos una tumba excavada, que yo juraría que antes no estaba, pero mira, yo ya no quiero cuestionar nada. Echamos el muerto al hoyo y lo enterramos. Amanita y yo nos abrazamos y oímos un "Aaahhaaa", como de relax, cuando te acabas de meter en la bañera con el agua llena de espuma a la temperatura exacta, por no poner más ejemplos...
Y así es como pasamos la tarde mis amigos y yo, jugando a "Betrayal at house on the hill", un juego que al principio parece muy pesado por la cantidad de normas que tienes que ir descifrando, pero que cuando le coges el ritmo se vuelve de lo más emocionante e interesante. Toda una divertidísima aventura, para una tarde de Sábado.
A pesar de que la malvada no estaba muy dotada para el oficio, todavía tiemblo al recordar sus amenazas...
ResponderEliminarEn breve, otra ¿Le tocará al Sr. Rilova ser el malo? Si es así, salimos por patas todos.
No he querido reflejar los improperios y las expresiones de odio a grito pelao por la mansión, porque no quería asustar al personal, pero... Hemos tenido pesadillas...
ResponderEliminarY ya veo que has calao al Sr. Rilova, como él sea el malvado y con algo de poder, no va a quedar títere con cabeza.
Por cierto, Amanita, ¡qué bien lo pasé!