martes, 27 de septiembre de 2011

La Lista de Mis Seis

En estos tiempos que corren, en estos días de crisis, hoy que he recibido una extraña noticia en el trabajo, y que no hay mal que por bien no venga, he decidido hablar de eso que todas y todos esperábais: FRIVOLIDADES.

Recuerdo un episodio de Friends (ay, lo que marcan algunas cosas... No se si para bien o para mal...), en el que Ross y Rachel hacían una lista de famosos con los que se podrían acostar cada uno si surgiese la oportunidad, y el otro no podría reprochárselo. Pues bien, creo haber llegado a la madurez necesaria para poder hacer la lista de mis seis famosos, a pesar de lo que diga o piense el Sr. Rilova (si quiere que se haga él una).


1º Jude Law
Sí, desde que vi Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal (y eso que no es donde mejor sale) ha sido un flechazo, pero después de Cold Mountain la atracción fue absoluta. Además con el tiempo ha ido mejorando mucho en atractivo y carisma. A favor diré, que es un bicho embustero, que hueco que ve, hueco que tapa, así que sin duda lo tendría fácil si me lo encontrara, y en estos lances toda experiencia es bien recibida. En breve se estrenará Sehrlock Holmes, con ese look bigotillo que taaan bien le queda. ¡Ay, mi Jude!

2ºAlexander Skarsgard
True Blood me ha dado grandes momentos, grandes cuerpos, grandes escenas subidas de tono, pero sobre todo me ha regalado a este vikingo de dos metros, que desde que decidió cortarse el pelo (¡¡gracias estilistas!!) llena la pantalla obligándote a mirar sin poder ver nada más. ¿Me pone? Sí, me pone... MOGOLLÓN. En esta última temporada, tras la escena de Alexander con Anna (la Paquin, para los amigos) en el bosque, las chicas que hacen los subtítulos, así, de manera subliminal, al acabar el episodio incluyeron un comentario del tipo: "Odiamos a Sookie". Pues bien, yo desde aquí me uno a su declaración, pero rectifico, odio a Anna Paquin que no sólo se reboza con Alexander por donde pilla (aunque sea por exigencias del guión), sino que también está casada con Stephen Moyer (quien hace de Bill, y no está nada mal).


3º Eric Bana
Eric debería estar en el segundo puesto, porque también es un flechazo cinematográfico de toda la vida, pero creo que me puede la altura. Pues sí, ¿cómo podría resistirme a consolar a ese doctor Bruce Banner (Hulk), con esa cara de bueno y de sufrimiento interno por los males del mundo? ¿Cómo no prendarse de ese Héctor (Troya), amante esposo, deboto padre y mejor luchador? ¿Cómo no compadecerse y caer de rodillas rendido ante ese romulado (Star Trek) lleno de tatuajes y con esas orejillas puntiagudas, mucho más atractivas que las de Zachary Quinto en el mismo film? Definitivamente es el famoso turbo-padre al que no podría negarle una noche.

4º Ryan Reynolds
¿Y yo que cuando fui a ver Blade Trinity, lo hice a regañadientes, porque tenía la sensación de que iba a ser más de lo mismo? Menudo subidón cuando descubrí a Ryan con su barbita, extrañamente cortada, y sus chalecos y pantalones, tipo soldadito, todo muy ceñido (que cuanto más ceñida la ropa de asalto y batalla, ya se sabe que es mucho más eficaz). Me encanta la imagen de chico americano sanote y perfecto que lleva (aunque ahora ande tonteando con la verdulera de Sandra Bullock). Además, debemos seguir la siguiente máxima: lo que es bueno para Scarlette Johansson, es bueno para mí.


5º Ewan McGregor
Varios factores favorecen mi atracción por Ewan (que gracias a mi queridísima Beqad, sé que se pronuncia algo así como /jwan/ es decir "Yúan"). La primera: Moulin Rouge. Ese amor, esa entrega, esa voz... Sinceramente, ¿quién no salió queriendo entregarle su cuerpo y su alma a Ewan, tras ver esta película? La segunda: Cuando vivía en Diego de León, había una tienda de perfumes que tenía en el escaparate el cartel adjunto, con Ewan como protagonista. La imagen era de grandes dimensiones, y al irte acercando, ibas pensando: "Si lo que Ewan quiere es que compre una colonia, yo la compro. Ahora, espero que según me vaya acercando, por favor, me pida que hagamos algo más". Tercera: ¡¿Le habéis visto en "I love you, Phillip Morris"?! Cuarta: es amigo íntimo de Jude Law, y si por un casual tengo una  posibilidad loca con Ewan, quizá él me presente a Jude... O quizá coincidamos los tres, ¿quién sabe?

6º Numaios
De nuevo sale a relucir mi infancia. Cuando era un joven orquito (porque sí, no creáis que no soy consciente de que yo un día fui un orquito), los fines de semana tras las noticias ponían series de dibujos, de las cuales la que, sin lugar a dudas, más me marcó fue: Ulysses 31. Una revisión futurista del relato de Ulises, que surca el espacio para poder volver a su hogar con su amada Penélope. No recuerdo por qué, en su nave viajaba la tripulación suspendida en trance (por alguna maldición o algo similar) y uno de estos hombres flotantes era Numaios. Azul, alto, de pelo suave y blanco, que cuando se rompía en ocasiones el sortilegio, era dulce, tierno y encantador... ¡No podía gustarme más! Y diréis, Sr. Ombligo, esto es un personaje de dibujos animados es inalcanzable... Si un día aparece un ser del espacio exterior, alto, de tez azulada y cabellos plateados, que con voz dulce y familiar me sugiere tener una experiencia astral con él, quiero poder decirle que sí, porque está en mi lista, y que nadie pueda interponerse.

Qué le vamos a hacer... De ilusión también se vive... Y por cierto, ya sabéis lo que dicen del melón, así que, si surge la oportunidad con alguno de los famosos de vuestras listas, nunca les deis de cenar esta fruta.

(Por cierto, blogger mola, pero cuando publicas el post hace unas cosas rarísimas con los espacios, los saltos de líneas, las fotos...)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Una de esas cosas que me repatean, pero no puedo evitar

Pues sí, hoy mientras descansábamos un ratillo, mis compañeras y yo, en la ardua tarea del entrenamiento cognitivo y educación de pequeños orcos, he recordado una canción de Azúcar Moreno, que por más que sé que es lo peor del mundo, no puedo dejar de bailar y cantar cuando la oigo. Y no digo que sea lo peor porque es una calorrada, ni porque sea una petardada ( que todxs lxs que me conocéis sabéis que, precisamente, esto para mí da puntos a un tema), sino que la canción dice cosas muy feas y echa por tierra años y años de trabajo de tantas y tantas mujeres, que se han trabajado con sudor, lágrimas y mucho esfuerzo, la igualdad frente al hombre. Y sin embargo, con todo su genio y figura, y con todo su chichi gitano, ahí tienes a las Señoras Moreno cantando lo siguiente (me dispongo a hacer una pequeña disección del "megahit", que hoy me he despertado en plan analítico):

Título: Amén. (Para que os vayáis haciendo a la idea, de lo que nos vamos a ir encontrando a continuación, porque esta palabra ya sabéis lo que significa: Sí, sí a lo que tú digas, que yo no voy a rechistar, ni voy a cuestionarte nada. A pesar de que se use mucho en situaciones religiosas, precisamente en este caso la Encarna y la Toñi, no van a hablarnos mucho de Alanis Morissette (es decir Dios), sino más bien todo lo contrario... Pero sigamos que no quiero estropearos la sorpresa).

El temazo comienza con un sintetizador que simula instrumentos de percusión, como si dieran porrazos al ritmo, pero viendo que la cosa se pone muy chunga y quizá sea mucho nada más empezar, las hermanas Moreno lo suavizan con algo de guitarreo y melodías alegres que hacen que se nos pase el susto inicial. Después comienza la letra, y vuelta al tono chungo:

Atame las alas, no quiero volar, 
y abre las ventanas que no me pienso escapar.
Hazme prisionera en la cárcel de tu piel, 

y ponle cadenas a mis sueños de mujer.


(Cariño que sepas que yo sin ti no tengo otra cosa que hacer, no pienso ir a ninguna parte... Pero eso sí dame las llaves de casa, aunque sea para hacer la compra, o bajar a los peques al parque... Pero no te preocupes, que escaparme no me escapo. Si hace falta, ponle barrotes a las ventanas y cámaras de vigilancia a las habitaciones. Incluso a mí en los tobillos me puedes colocar unos bonitos grilletes para que no pueda huir, en caso de que me diese la ventolera y quisiera echar a correr... Que ya se que te va el rollo esposas, cadenas, polis...)

Ce' la vie, las cosas son así,
Ce' la vie, estoy loca por ti,
Ce' la vie, vivimos sin vivir rezando por ti.



(Total, si es que no conozco otra cosa. La vida es así, así me toca vivirla y no puedo hacer más. Si además, estás cañón, y desde siempre has tenido una pinta de empotrar que no puedes con ella. Ahora, que me paso el día rezando, porque no gano para disgustos contigo. Qué así en confianza te digo, que igual esos trapicheos tuyos nos van a dar un disgusto un día de estos.)

Amén, a tu cuerpo con mi cuerpo
Amén, a mi tierra con tu flor
Amén, a tu lluvia en mi desierto
Amén, Amén, es mi única oración.



(Pero mira, lo que tú digas, porque follas como un bendito. *Creo que esta frase puede resumir todas las metáforas,  alegorías y subterfugios, que las Señoritas Moreno se han buscado para decir que el susodicho maromo las empotra cada noche contra el cabecero de la cama.)

Mía tu bandera, mío tu pesar,
mío tu recuerdo cuando no me quieras na'.
Hazme tu manera como una estatua de sal,
y aparca mi barca en la orilla de mar.



(Además de todo esto, yo voy a estar a tu lado, y todo lo que te pase, aunque seguramente en ocasiones te lo hayas buscado, lo voy a vivir como mío. Y después de todo, si un día me dejas, que sepas que voy a estar llorando por las esquinas, pensando en lo mala que debí ser por no haberme portado mejor contigo. Por eso, para que ese fatídico y lacrimógeno día no llegue, dispón de mí, ordéname lo que se te antoje que yo obedeceré... y si quieres me pones una correa, me paseas y duermo a los pies de la cama *Aquí igual me he excedido, pero ya que estaba...)

A partir de aquí, se repiten los estribillos, que como ya habéis podido ver, lo que vienen a contar es: Mira chico, follas tan bien, y me tienes tan feliz en la cama cada mañana, tarde y noche, que contigo hasta el infinito, sea como sea.

Hay un momento que añaden nuevas joyas metafóricas y figuras literarias, muy en el estilo Lorquiano, muy finas, que casi  te puedes deleitar en las imágenes que evocan, por lo que os las pongo a continuación, que por nada quisiera que os las perdieseis, y que vienen a significar lo mismo que las del primer estribillo (aclaración que hago por si al verlas o escucharlas no lo apreciaseis):

Amén, a tu fuego con el mío
Amén, a tus ganas con mi amor (
perífrasis de "empotrar")
Amén, a mi rosa en tu rocío
Amén, Amén, es mi única oración.



Lo que me duele de todo esto, es que yo lo se. Entiendo la letra, veo qué hay en ella, debería rasgarme las vestiduras, unirme a mis compañeras y rechazarla, desterrarla para siempre de mi "discoteca"... Pero es superior a mí... Es oírla y empezar a canturrear y mover los pies... Toda una vergüenza, lo se... Pero... Ce' la vie, las cosas son así... ¡¡ Amén!!



¡Ah! Y mucho cuidado con el melón, que ya sabéis que por la noche... mata...

domingo, 18 de septiembre de 2011

¡¡¡Cumpleaaaaaños Feeeeliz!!!

Puff!! Un cumpleaños no es cualquier cosa, y menos cuando éste cae en Sábado.
Por un lado es genial, lo puedes alargar en plan fiestas de Pueblo o boda gitana, pero por otro es un no parar de acontecimientos, citas, familia, amigos y comida, más comida, más comida y... mucha más comida.

Ante todo y como hecho imprescindible, está la fiesta de celebración. Desde pequeño y debido a distintas circunstancias, mis fiestas de cumpleaños siempre han sido monumentales. Cuando yo nací, mis padres aún no tenían casa propia y vivíamos en casa de mis abuelos, por lo que mi nacimiento fue un show familiar, una habitación llena de tíos, primos y amigos de la familia, que no paraban de llegar. El mismo día de mi alumbramiento, uno de mis tíos estaba en el hospital (el mismo hospital) por un accidente de coche, y toda mi familia por parte de padre estaba en el jardincito, tomando el aire con él. Al aparecer mi padre y dar la noticia, todos echaron a correr y dejaron a mi tío mal herido en el banco, perdiendo el protagonismo que la dolencia le otorgaba (años más tarde, su hija, mi prima Susana, le dio la revancha a mi tío, casándose el 17 de Septiembre, haciéndome perder el protagonismo que el nacimiento me otorgó a mí. Como siempre dicen, la venganza es un plato que se sirve frío). El caso es que mi nacimiento siempre ha sido un acontecimiento de multitudes, aunque sea en una boda.

Cuando por fin mis padres adquirieron una casa, mis cumpleaños eran por todo lo alto: sanwiches, medias noches de espárragos, patatas, tartas de dos tipos (chocolate y manzana, ya que mi madre es cocinera), la canción del cumpleaños del disco azul de Parchís y una piñata enorme llena de caramelos, juguetitos de cinco pesetas (mini armónicas, paracaidistas de plástico y trompetitas) y mucho confeti. Y aprovechando que estábamos todos los primos, que más o menos éramos de la misma edad, hacíamos desfile de modelos, jugábamos a las tinieblas, sacábamos todos los juguetes... Vamos, la fiesta padre.

Esto, sienta un precedente para mis fiestas, como no podría ser de otra manera. Así, en ellas no puede faltar:

- Mucha gente: Ahora no vivo en un piso diáfano, sin muebles, y sencillito de limpiar, sino en uno compartido con tres personas más, lleno de las cosas de cada uno, por lo que intento controlarme en este tema, pero me suele pasar que voy invitando, invitando e invitando y cuando quiero darme cuenta, me he pasado. Este año han sido veintitrés personas, cuatro de ellos con sus hijos (una monada de peques, por cierto), su carrito, su cambio de pañal y su guarrazo contra el suelo (Víctor no controla aún sus movimientos, y nos hizo una "cucamonada drástica", que a su padre le dolió más que a él. Por si alguien está sufriendo por el pobre V., se olvidó del percance en cuanto se enganchó al pecho de su madre). Finalmente, no llegó la sangre al río (expresión en honor a Víctor), ya que mis amigos se distribuyeron muy bien en el espacio y el tiempo, esparciéndose perfectamente por todas las habitaciones habilitadas para el evento, y alternándose en las llegadas y salidas de la casa. Si es que tengo unos amigos!!!

- Comida: Ante todo y sobre todo: MEDIAS NOCHES DE ESPÁRRAGOS. Este año, fíjate, pensé en no ponerlas, pero justo mi amiga Sally Pepper, mientras le contaba el menú (ya que es una excelente crítica gastronómica) me pregunta con cara de susto (pero susto crucial, de este de a vida o muerte): ¿Y las medias noches de espárragos? Y el anciano tradicionalista que llevo dentro me dice: "¿Ves, Joven Ombligo? Cosas hay que cambiar no puedes, te lo piden, las tradiciones seguir debes". Así que con mi cara de ¡HOMBRE POR FAVOR, PERO QUÉ COSAS TIENES!, le juro y le perjuro que eso no podría faltar nunca en mi cumpleaños.
Pero como en mi fiesta, lo suyo es comer y que nadie se quede con hambre, y no sólo de espárragos viven mis amigos, pongo a mi compañera de piso a hacer humus y guacamole, a mi novio a hacer bizcochos y a mi madre a hacer tortillas (¿he dicho ya que es cocinera?). ¿Cada plato encargado y elegido al azar? ¡HOMBRE POR FAVOR, PERO QUÉ COSAS TIENES! (Sí, la misma cara de antes) Ni mucho menos amiguitas y amiguitos, el mejor humus y guacamole que podáis imaginar lo hace mi compi La Tole. No digo más, que después de haber tomado la tarta, la gente seguía comiendo humus (ahí, con todo tu ajo y tu todo). Los bizcochos del Sr. Rilova son deliciosos, y los necesitaba para deleitar a los compañeros del trabajo y a los peques. Sólo decir que los moldes quedaron inmaculados. Y las tortillas, qué decir de las tortillas, creo que a algunos les pude ver soltando lagrimitas de felicidad, mientras masticaban la mezcla de huevo, patata y cebolla. No es porque sea mi madre, pero mucha gente me lo ha dicho, que son las mejores ( ya sabéis... Es cocinera).

- Regalos: No se por qué, pero en mi fiesta siempre ha habido regalos para los invitados. Muñecos paracaidistas, vídeos de invitación personalizados, broches de fieltro, muñecas troqueladas... Y este año... Muñecos montables troquelados. Una monada, con su sobre a juego con las instrucciones y todo (ver imagen adjunta). Quizá esto lo hago para dejar huella. Que quede un recuerdo tangible de ese día, en el que mis amigos y familiares me acompañaron y me hicieron sentir acompañado y querido, así como lo hacen cada vez que estamos juntos, y darles las gracias por un año más ahí... O quizá en el fondo sea puro egoismo y lo haga para que quieran venir al año que viene y no me dejen tirado y triste en un día tan señalado... ¡Puro marketing!

- Y, ¿cómo no?, Parchís: Este año, no lo he puesto en la fiesta, pero no ha faltado en mi día. Mientras los peques entraban en clase, puse mi canción festiva. Los cuatro chicos de los colores y y el pequeñajo del dado, me acompañaron en el inicio de mi jornada. Nada más empezar a sonar, me invaden recuerdos, todos los que he contado y muchísimos más, pero sobre todo, el recuerdo de un niño feliz, que mira un disco azul dar vueltas y que está muy contento, porque es su cumpleaños.

jueves, 8 de septiembre de 2011

¡Los caballitos Poni!

Hace poco, mi querida amiga Beqad, introdujo en mi entorno conceptual la idea del "Poni". Un poni es un hecho acontecido en la infancia, que vas arrastrando en tu adolescencia y que se consolida en el periodo adulto como un trauma u obsesión. Esta idea surge a partir de un corto, que yo no he podido ver, pero que venía a contar  eso que todos estáis pensando, que te pasas la vida pidiendo un pony para tu cumpleaños o para navidad, y al final tus progenitores, familiares o tutores legales no sólo no te traen el pony, sino que lo que te regalan es un "arganboy" heredado, con más años que el canalillo, sin ni siquiera limpiarlo un poco o envolverlo, con el consecuente trauma en tu vida adulta.
En este concepto y por lo que pude ver en su blog, este echo no tiene siempre que estar provocado por tus padres, pueden ser circunstancias de la vida, hechos concretos que ocurren y que la mente de un niño o niña interpreta y sin intención se marca (Aunque, no nos engañemos, muchos están propiciados por los padres... ¿Es una gran responsabilidad?... Sí. Si algún padre leyera esto y le molestase... Que se aguante, pero es la verdad. Se nota que soy profe, ¿a que sí?).

Tras la aparición de este concepto estuve pensando cuál es mi "poni"... Creo que hay dos hechos que marcan mi infancia y que configuran ciertas manías de mi yo adulto: Prestar las cosas y las cremalleras de los pantalones. Ya sé que queréis que empiece por esta última, pero... lo bueno se hace esperar.

Prestar las cosas:
Estando yo en mi primer colegio (de monjas), una compañera trajo al cole un día una muñeca de la saga "Tarta de Fresa". Una monada. ¡Qué colores! ¡Qué traje! ¡Qué gorro simulando una fresa! ¿Puede haber un juguete que atraiga más a un chico con mi sensibilidad? (Sí, un He - Man, no nos engañemos, pero de esos ya tenía en casa). A aquella compañera no la recuerdo antes de aquel día, pero desde entonces la convertí en mi mejor amiga. Porque no sólo trajo esta muñeca, sino que poco a poco, día a día, semana a semana, como si de un coleccionable se tratase, fue trayendo toda la colección: limones, fresas, ciruelas... ¡Cómo disfruté en aquel momento de la fruta!
Con la inocencia que da la infancia, un día me aventuré a pedirle que me dejase, no sólo una muñeca, sino toda su colección, para jugar un fin de semana yo solo en casa. Y mi amiga del alma, a la que siempre querré, y que no recuerdo ni su nombre ni, prácticamente, su cara, con la inocencia que da la infancia, me trajo en una bolsa del Corte Inglés (aquella de los triangulitos verdes y negros, con una manzana roja) todas sus muñecas, trajes, accesorios y vehículos.
Durante todo el día en el colegio, supe lo que era la felicidad. ¡Qué contento, madre mía! Creo que ese día aprendí más.
Pero todo cambió por la tarde. Cuando vi la cara de interrogante de mi madre, el brillo de mi ilusión se fue desvaneciendo. No era buena señal. Cuando se enteró de dónde venían las muñecas, flipó. ¿Pero cómo se te ocurre? ¿Y si se te rompen qué pasa? ¡Cada uno tiene que tener sus cosas! ¡Porque vaya responsabilidad! Y todo eso que os podéis imaginar. Lo peor de todo fue que mi madre, tras buscar a mi amiga del alma para devolverle las muñecas y descubrir que ya se había ido (cosa que yo sabía, pero que después de la regañina, no le iba a decir. Que se fastidie y que busque), me hizo cargar con la bolsa todo el camino hasta casa (por aquel entonces teníamos que coger metro y tren), para después no dejarme tocar ni un pelo de aquellas deliciosas frutas en todo el fin de semana.
Sinceramente, y observándolo desde la distancia, no se qué le dio más miedo a mi madre, si el que pudiera romper aquellas muñecas, o la constatación de que su hijo tenía otra forma se sentir.

Consecuencia: desde entonces me cuesta mucho dejar las cosas. Lo hago, pero sufro si tardan en devolverlo e imagino que puede pasar lo peor (que justo roben en la casa; que una panda de gremblins despiadados destrocen todo y por ende lo que he podido dejar; que sea la pieza clave para transmitir la potencia de un rayo hasta el delorean que pueda devolver a su tiempo a alguien, y ante este papelón, ¿cómo no?, se decida sacrificar aquello que presté... ¡Lo típico!)

Las cremalleras en los pantalones:
Siempre he sido muy alegre y parlanchín. Incluso de pequeño era mucho más activo y corretón de lo que soy ahora. Y mi madre la pobre, que se pasaba el día corriendo, subiendo y bajando de un lado para otro, de Fuenlabrada a Madrid, y de Madrid a Fuenlabrada, era la que sufría mis cotorreos, a la vez que intentaba que realizase las típicas rutinas del día a día.

Así un día, mientras me disponía a quitarme la ropa para meterme en la ducha, comencé a tontear, cantar, bailar y cotorrear como tantas otras veces. Que si Teresa Rabal, que si Parchis, que si la Bola de Cristal... Con la mala suerte de que aquel día la paciencia de mi madre había llegado a cotas insospechadas y se había marchado a tomas unas cañas al Benja (el bar de la urbanización). Por lo que rápidamente mi madre quiso quitarme la ropa y al llegar a los pantalones no se cómo lo hizo, pero me pilló "el pellejito" con el engranaje de cierre de la prenda en cuestión. No se si lo que pretendía era callarme, pero lo consiguió con un simple movimiento.
Mi madre ha sido muy rápida siempre en estos casos y ante mi cara de asombro y mi palidez, no se achantó y deshizo el entuerto en cuestión de segundos. De nuevo un movimiento rápido, sin tiempo a ruegos y todo libre de nuevo. De verdad que la "pillada" fue lo de menos. Lo peor fue entrar en la ducha con aquella herida. Porque no debemos olvidar, que todo aquello lo habíamos montado para que yo me metiese en la ducha, y después de todo no me iba a quedar yo sin higienizar. Sí, amiguitos y amiguitas, grité y mucho.

Consecuencia: Prefiero los pantalones de botones en la bragueta, los pantalones con elástico o los tailandeses, todos los que no tengan cremallera en la zona sensible. De hecho no es que los prefiera, es que si no son así, intento no comprarlos... Adolfo Dominguez mediante, claro está.

Pues bien, estos son mis dos grandes ponys. Es curioso esto de los ponys asociados a la pena, el trauma y los destinos fatales, ya que hay más gente que lo asocia a lo mismo, como es el caso de Hydrogenesse y su canción No hay nada más triste que lo tuyo.


Bueno, otro de mis ponys es el melón, que no se si lo sabéis, pero por la noche mata.